martes, 25 de enero de 2011

ANMAT INFORMO - PARA TENER EN CUENTA

ANMAT Prohíbe Productos Cosméticos Ofrecidos por Internet 

 Gacetilla de Prensa  25.01.2011

La Administrac ión Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica
(ANMAT) informa que ha prohibido preventivamente la comercialización
y uso en todo el territorio nacional de los siguientes productos cosméticos,
los cuales se usarían como peeling superficial intensivo para renovar la piel
fotoenvejecida o pigmentada:

  “Toxina Botulínica Tipo A Uso Cosmético, 50 U.I., polvo
liofilizado para reconstitución con 1 ml. de solución salina sin
preservantes, Swiss BTXA  -Consérvese a  -20ºC  ~  -5°C”, sin
número de  lote ni  fecha  de  vencimiento en su envase
secundario, y en el que consta código de lote TOX04201O, Vto.
04-2013, en su envase primario;

  Sobre metalizado con la leyenda “Swiss Deep Peel" (sin número
de lote ni fecha de vencimiento) que contiene en su interior un
pote plástico transparente con una crema de color beige y un
frasco de vidr io con un líquido levemente amarillento; 


  Sobre  con la leyenda  "Swiss BTXA  -  Puntos de Apl icación y
Dosis Recomendada", que contiene en su interior dos agujas en
las que aparece  un número de Disposición habilitante de  la
ANMAT) tres toallitas con alcohol y dos viales plást icos de 3 ml.
de "Solución Fisiológica Valmax", lote M407, vto. ABR.2012. 

La medida fue adoptada luego de que se constatara que la firma “Swiss BTXA”
no se encuentra habilitada ante esta Administración Nacional, y que los
productos en cuestión no se hallan registrados. Ello además de que los mismos
contienen sustancias prohibidas para uso cosmético, o en concentraciones
superiores a las permitidas  por la normativa vigente, entre otras
irregularidades.  

En consecuencia, se recomienda a los consumidores que se abstengan de
adquirir y utilizar los cosméticos detallados. 

martes, 11 de enero de 2011

HOMENAJE A MARIA ELENA WALSH


¿Corrupción de menores?”
 “No hay preguntas indiscretas.
Indiscretas son las respuestas.”
Oscar Wilde  
Ensayo publicado en 1979
    
 
 
Vivimos consumiendo preceptos y productos sin cuestionarlos, por temor a la indiscreción de las respuestas y porque es más seguro acatar rutinas que incurrir en singularidades. Un ejercicio de esclarecimiento podría empezar con estas discretísimas preguntas:
¿Educamos a nuestras niñas para que en el día de mañana (si lo hay) sean ociosas princesas del jet-set? ¿Las educamos para Heidis de almibarados bosques? ¿Las educamos para futuras cortesanas? ¿Las educamos para enanas mentales y superfluas “señoras gordas”?
Así parece, por lo menos en buena parte de la bendita clase media argentina, dada la aberrante insistencia con que se estimula el narcisismo y la coquetería de nuestras niñas y se les escamotea su participación en la realidad.
La nena suele gozar de una envidiable amnesia para repetir la tabla del cuatro junto con una no menos envidiable memoria para detallar el último capítulo del idilio de tal vedette con tal campeón o el menor frunce del penúltimo modelo de Carolina de Mónaco cuando salió a cazar mariposas en Taormina con su digno esposo.
Consentimos y aprobamos que sea maniática consumidora de chafalonía, vestimenta, basura impresa y todo lo que, en fin, represente moda y no verdad. Consentimos que acuda al espejito más neuróticamente que la madrastra de Blancanieves, que sea experta en cosmética, teleteatros y publicidad, que exija chatarra importada o que calce imposibles zuecos para denuedo de traumatólogos.
Formamos una personalidad melindrosa cortando de raíz —porque todo empieza desde el nacimiento— la sensibilidad o el interés que podría sentir por la variada riqueza del universo.
—Es el instinto femenino —dicen algunos psicólogos de calesita. Eso me recuerda una anécdota. El director de una compañía grabadora estaba un día ocupado en comprobar cuántas veces se pasaba determinado disco por la radio.
—¡Qué bien, qué éxito, cómo gusta, cómo lo difunden a cada rato! —aplaudió entusiasmado. Y después agregó —: Claro que hay que ver la cantidad de plata que invertimos en la difusión radial de este tema…
Nosotros también programamos a nuestras niñas como a ese eterno infante que es el público. Les insuflamos manías e intereses adultos, les subvencionamos la trivialidad y luego atribuimos el resultado a su constitución biológica.
Las jugueterías, en vidrieras separadas, ofrecen distintos juguetes para niñas y para varones. En Estados Unidos, no hace muchos años los lugares públicos estaban igualmente divididos “para gente de color” y “para blancos”. ¡Dividir para reinar!
A las nenas sólo se les ofrece —o se les impone— juguetería doméstica: ajuares, lavarropas, cocinas, aspiradoras, accesorios de belleza o peluquería.
Si con esto se trata de reforzar las inclinaciones domésticas que trae desde la cuna, ¿por qué no orientarla también hacia la carpintería o la plomería? ¿Acaso no son actividades hogareñas indispensables? Sí, lo son, pero remuneradas. He aquí una respuesta indiscreta.
Los juguetes para varones sortean la monotonía y ofrecen toda la gama de posibilidades humanas y extraterrestres: granjas, tren eléctrico, robots, microscopio, telescopio, equipos de química y electrónica, autos, juegos de ingenio y todo lo que, en fin, estimula las facultades mentales.
¿A la nena no le gustan los animales de granja ni los trenes? ¿No sueña con manejar un coche? ¿No siente curiosidad por el microcosmos o el espacio? ¡Cómo la va a sentir si es cosa de la otra vidriera, la de Gran Jefe Toro Sentado Blanco!
¿Es que el ejercicio de la razón y la imaginación pueden llevarla a la larga a desistir de ser una criatura dependiente y limitada, mano de obra gratuita y personaje ornamental? La respuesta es sumamente indiscreta.
En la casa y la escuela destinamos a la nena a reiterar las más obvias y desabridas manualidades, a remedar las tareas maternas… y a practicar la maledicencia a propósito de indumentaria vecinal.
La nena vive rodeada de dudosos arquetipos y la forzamos a emularlos, comprándole la diadema de la Mujer Maravilla o el manto de cualquier otra maravilla femenil. No falta tío que ponga en sus manos un ejemplar de “Cómo ser bella y coqueta”, otro espejito más o la centésima muñeca.
Salvo raras excepciones como Reportajes Supersónicos de Syria Poletti, cuya heroína es una pequeña periodista, el papel impreso que suele frecuentar la nena —incluido el libro de lectura— le muestra a mujeres que, en la más alta cima del intelecto, son maestras. Las demás, aparte de consabidas hadas y brujas, son siempre domadas princesas o abotargadas amas de casas.
La nena sabe, por las revistas que devora como una leona, que en este mundo no hay mujeres dedicadas a las más diversas tareas, por necesidad o por ganas. Lo que es más grave y contradictorio, le enseñan a soslayar el hecho de que su propia madre trabaja afuera o estudia, como si éste no fuera modelo apropiado dada su excentricidad. Jamás vio —y si lo vio mojó el dedo y pasó la página— que hay mujeres obreras, pilotos, juezas o estadistas. Es tan avaro el espacio que los medios les dedican, ocupados como están en la promoción de Miss Tal o la siempre recordable Cristina Onassis.
Educar para el ocio, la servidumbre y la trivialidad, ¿no significa corromper la sagrada potencia del ser humano?
Por suerte, esta criatura vestida de rosa (no faltará quien diga, confundiendo otra vez causas con efectos, que las nenas nacen de rosa y los varones de celeste, cuando este negocio de los colores distintivos fue invento de una partera italiana, allá por 1919), esta criatura, digo, es fuerte y rebelde, dotada de una capacidad de supervivencia extraordinaria. La nena, en muchos casos, renegará de la manipulación y decidirá ser una persona. Pero ¿quién puede medir la dificultad de la contramarcha y la energía desperdiciada en librarse de tanta tilinguería adulta?
Mientras modelan a la pequeña odalisca remilgada, el tiempo pasa y llega la hora de la pubertad. Entonces los adultos se alarman porque la nena asusta con precoces aspavientos sexuales y emprende calamitosamente los estudios secundarios. Terminó los primarios como pudo, entre espejitos, telenovelas, chismografía y exhibicionismo fomentados y aprobados, pero al trasponer la pubertad se le reprocha todo esto y empieza a hacerse acreedora al desprecio que la banalidad inspira a quienes mejor la imponen y más caro la venden.
Los mayores ponen el grito en el cielo porque la nena no da señales de ir a transformarse en una Alfonsina Storni. Ahí empieza a tallar el prestigio de la cultura —desmesurado porque se trata de otra forma del culto al exitismo individual— y florece una tardía sospecha de que la nena no fue educada razonablemente. Cuando las papas queman, esos pobres padres de clase media argentina comprenden por fin que no son Grace y Rainiero y que la tierra que pisan no es Disneylandia.
En ese preciso momento aparece también el espantajo de la TV, esa culpable de todo. ¿Y quién delegó en ella las tareas de institutriz? La mediocridad de la TV no hace sino colaborar en la fabricación en serie de ciudadanas despistadas.
No se trata de reavivar severidades conventuales ni se trata de desvalorizar el trabajo doméstico ni inquietudes que, mejor orientadas, podrían ser simplemente estéticas. No se trata tampoco de mudarse de vidriera para suponer, por ejemplo, que el automovilismo es más meritorio que el arte culinario, o la cursilería más despreciable que el matonismo.
Toda criatura humana debe aprender a bastarse y cooperar en el trabajo hogareño y a cuidar, si quiere, su apariencia. Lo grave consiste en convencer a la criatura femenina de que el mundo termina allí.
Se trata de comprender que la niña no tiene opción, que es inducida compulsivamente a la frivolidad y la dependencia, que por tradición se le practica un lavado de cerebro que le impide elegir otra conducta y alimentar otros intereses.
La frivolidad no es un defecto truculento que merezca anatemas al estilo cuáquero o musulmán. Lo truculento consiste en hacerle creer a alguien que ése es su único destino, incompatible con el uso de la inteligencia. Lo grave consiste en confundir un espontáneo juego imitativo de la madre con una fatalidad excluyente de otras funciones.
A la nena no se le permite formar su personalidad libremente: se la dan toda hecha, y aprendices de jíbaros le reducen el cerebro para luego convencerla de que nació reducida. La instigan a practicar un desenfrenado culto a las apariencias y a desdeñar su propia y diversa riqueza humana. La recortan y pegan para luego culparla porque es una figurita. La educan, en fin, para pequeña cortesana de un mundo en liquidación.
¿No es eso corrupción de menores?



lunes, 3 de enero de 2011

Por "rapto y tentativa de violación" Fueron Procesados los policias del ex Destacamente de Guerrico

Procesan a policías de Guerrico por intento de violación

Por los delitos de "rapto y tentativa de violación" fueron procesados los dos policías que hace un año prestaban servicio en el ex Destacamento de Guerrico y que fueron denunciados por una adolescente de 16 años, quien los acusó de haberla sometido sexualmente dentro de la unidad policial ubicada a la vera de la Ruta 22.
El juez de Roca Emilio Stadler dictó ayer el procesamiento contra los policías Rubén Darío Rubio y Víctor Manuel Chumbita, quienes pese a la imputación podrán permanecer en libertad porque no se les dictó la prisión preventiva como medida cautelar.
El abogado defensor de los policías, Jorge Crespo, anticipó que apelará la medida, aunque aclaró ayer que aún no fue notificado formalmente de la resolución. En tanto, la familia de la adolescente y el abogado que los representa, Marcelo Hertzriken Velasco, manifestaron su conformidad con la resolución del titular del juzgado de instrucción 4.
Los hechos que se investigan ocurrieron en la tarde del 1 de enero de este año. Según se denunció, la jovencita -que vive en la zona de chacras de Guerrico- circulaba en una moto por la Ruta 22 cuando su paso fue detenido por un operativo de control policial. Fue entonces que argumentando el inicio de actuaciones por una irregularidad en los papeles del rodado los imputado la habrían llevado al interior del destacamento, donde -siempre según la denuncia- la chica habría sido encerrada en una dependencia contigua y abusada sexualmente.
Tras un lapso no determinado dentro de la unidad, la chica escapó, subió a la moto y emprendió la vuelta a su casa a toda velocidad, pero sufrió una caída del rodado cuando presuntamente era perseguida por los agentes. El accidente demandó la presencia de una ambulancia que trasladó a la adolescente primero hasta el hospital de Allen y luego a la Clínica Roca, donde permaneció un tiempo internada.
La investigación tuvo numerosas idas y vueltas, con testimonios contradictorios, denuncias de "aprietes" policiales a testigos y manifestaciones frente al Destacamento, en el centro de Roca y en Tribunales, encabezadas por familiares, vecinos e integrantes de la Multisectorial de Mujeres.
"Estamos felices; es un paso más para llegar al juicio, para que todo salga bien. El 1 de enero se cumple un año del hecho y va a ser el día más difícil para mi hija, pero nosotros y el grupo que nos acompaña estaremos con ella", dijo a este medio Gloria Apablaza, la madre de la adolescente.
Informacion Publicada en el Diario Rio Negro el 31-12-2010